Dolor orofacial

Toda molestia que se da en la boca, rostro, cabeza y cuello.

El dolor es siempre indicio de que algo no va como debe en tu salud, ya sea general o bucal. Te recomendamos acudir a nuestra clínica para detectar a tiempo cualquier problema. A través de un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento personalizado podremos revertir la situación y recuperar tu salud oral.

Cómo eliminar el dolor orofacial

¿Cómo tratamos el dolor orofacial?

Dentro del dolor orofacial se engloban todos los procesos que pueden cursar dolor en las estructuras orales y faciales. Una de las causas principales que causa el dolor orofacial es la disfunción craneomandibular.

Si presentas alguno de estos síntomas es probable que sufras disfunción craneomandibular uno de los motivos de consulta más habituales de los pacientes con esta patología:

  • Dolor
  • Limitación de movilidad en los movimientos mandibulares
  • Afectación muscular a nivel de la cara, cabeza, cuello, hombros y ruidos articulares en la apertura o cierre de la boca.

En primer lugar, se realiza una exploración clínica detallada. Identificamos los posibles factores que causan dolor para eliminarlos o reducirlos. Se procede posteriormente al tratamiento y dependerá de cada caso en particular, aunque el especialista recurre normalmente a varias técnicas:

  1. Férulas de descarga: una férula de descarga nos permite amortiguar la mordida y descargar los músculos de la masticación producido en exceso por el bruxismo. Es un aparato rígido y totalmente a medida, que varía en función del estadio de la patología de la articulación temporomandibular.
  2. Terapia con láser: la terapia con láser de baja potencia ha demostrado ser eficaz, poco invasiva y carente de efectos secundarios. Produce analgesia, acción antiinflamatoria, relajación muscular, regeneración y reparación de tejidos.
  3. Terapia manual con fisioterapia.
  4. Relajantes musculares.
  5. Ortodoncia.
  6. Rehabilitación oral. 

 

Causas que originan alteraciones en la articulación temporomandibular

  • Tensión excesiva derivada de situaciones de estrés.
  • Alineación dental defectuosa.
  • Movimiento desequilibrado de la articulación.
  • Posición o desplazamiento anormal de la articulación mandibular o del disco.
  • Inflamación de la articulación.
  • Lesiones traumáticas en la cara o mandíbula.
  • Hábitos orales inadecuados.
  • Procesos degenerativos propios de la edad.

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